lunes, 5 de septiembre de 2011

Objetivo Haití

Si de verdad quieren ayudar, ¡déjenos en paz! Estas fueron las palabras de un misionero en relación a  una pregunta  realizada por periodistas  en Puerto Príncipe, nos comentó exultante, una vez conseguido establecer una especie de amistad momentánea o transitoria.

Gracias a Félix Santana pudimos experimentar, conocer y fotografiar unos de los orfanatos de discapacitados en Puerto Príncipe. Conocimos a Paco, un joven  el cual, está  totalmente involucrado en un proyecto de terapia con caballos para estos niños, diseñado por el mismo, y prácticamente sin fondos económicos para hacer frente a este impresionante propósito.
                                       

Orfanato en las montañas de Puerto Príncipe


Estos niños necesitan ayuda urgente, lejos de la especulación de algunas ONGS  que actúan no de forma transparente. Nosotros hemos establecido unos contactos directos, sin mediadores  ni organizaciones humanitárias de dudosa legalidad.  Los misioneros que cuidan a las personas que no tienen absolutamente de nada, son a nuestro juicio la única esperanza de Haití.


En este lugar, al igual que en muchos otros, se necesita ayuda.  Pero ayuda directa, sin intermediarios.  Nosotros damos fe  del trabajo desinteresado que ofrece  Paco a estos niños. Hemos visto como progresan con la movilidad. Niños prácticamente paralizados y ahora pueden caminar incluso sin ayuda.
En esta casa se cuida con mucho cariño a niños que lo perdieron todo. De no ser por esta comunidad, estos niños sucumbirían.  




Nos adentramos en la zona roja, lugar abandonado y olvidado. Cada miembro de este campo de desplazados  sobrevive como puede.

Al concluir la visita por este campamento no quedas indiferente. Fue todo un privilegio adentrarnos de la mano de los Hermanos Víctor y  Columbano.    Misioneros que en su currículum figura haber vivido en  Tanzania y Malawi.  Psicólogos de grandísima experiencia y cultura.                                     
Entre otros trabajos, ellos proporcionan formación a los niños de este país, uno de los más pobres del mundo, donde la educación es privada.






Acompañados por Charles y Manita, dos Haitianos de maravilloso carácter, visitamos el Hospital General de Puerto Príncipe. En este recinto la muerte acecha inexorablemente. No existe ningún tipo de atención médica hacia los que aquí desgraciadamente llegan. La ayuda es inexistente.   



Esta es la síntesis de un trabajo realizado en Haití. Sus  conflictos políticos y sociales hacen que este país sufra un colapso en el desarrollo evolutivo que necesita. Después de un año y ocho meses  Haití sigue estando desolada.
Aproximadamente el  70% de la población vive en condiciones infrahumanas. Los campos de refugiados se diseminan por toda la ciudad. El paisaje es desolador, las calles de Puerto Príncipe están inundadas de tiendas de campaña, campamentos y pobreza.


                              Tres instantáneas del campo de desplazados en la zona portuaria.






Orfanato de Doris

En la escuela.

Doris está al frente de cincuenta niños huérfanos y abandonados.
Resulta paradójico, en un país donde están operando mas de seis mil ONGS, (aunque cierto es que solo trescientas están inscritas), aún así  las únicas medicinas disponibles que van a tener estos niños  las  llevamos personalmente nosotros. Doris nos transmitió  la preocupación por el brote de cólera que de forma inminente afectaría a su orfanato y la falta de medicinas en su estantería podría ser fatal. 

niños jugando en el patio

Doris no solo rescata las vidas de estos niños condenados a una muerte segura,  sino que además les facilita educación, les proporciona alimentos, les cuida y les da el calor de una madre estructurando su casa como una gran familia. En estos momentos, en su hogar, además de todos estos niños con edades  que oscilan entre los dos  y dieciséis años  tiene cuatro bebés de menos de un año. No pertenece a ninguna ONG, por eso necesita ayuda.
Podemos facilitar los correos electrónicos para mantener contacto directo con una colaboradora.
Los niños con amputaciones por culpa del terremoto  se adaptan perfectamente entre los demás huérfanos.  Tuvieron que sobreponerse a la pérdida de sus padres y a las grandísimas cicatrices que un día la vida les produjo.  
                                                 


Cuando nos despedimos de ellos, Félix y Víctor nos revelaron los entresijos  que Haití padece,
nos enseñaron como se trabaja de forma efectiva en el campo de batalla.
Estuvimos hablando de la cantidad de soluciones totalmente viables que podrían hacer efecto de manera muy positiva.  Pero la corrupción es más poderosa  y todo el esfuerzo que mucha gente hace se diluye entre las mafias y sus insaciables  codicias.

Depositaron confianza en nosotros, y al mismo tiempo nos confesaron:  
           -Todo el mundo promete, pero nadie realmente se compromete. Con el tiempo todos se olvidan de Haití.
Nosotros comprobamos que están solos,  manteniendo una cruzada día a día sin descanso contra  el problema Haitiano.
Hemos convivido con estos misioneros en Haití, y nos han demostrado que son  personas verdaderamente impresionantes y también imprescindibles, aquí y ahora.




(Si deseáis poneros en contacto con estos misioneros os puedo facilitar de manera confidencial sus correos).

                                                                 

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